Resequedad de la piel

Actualizado 28 julio 2024

Orientación al paciente

Definición

La piel reseca es aquella piel seca y deshidratada, y puede estar asociada a diversas causas.

¿Cuáles son las posibles causas?

  • Cambios de temperatura: Temperaturas muy frías pueden causar pérdida de hidratación de la piel. En temperaturas muy altas, las glándulas sebáceas y sudoríparas producen menos aceite y sudor, respectivamente, dejando también la piel más seca.
  • Baños con agua muy caliente: La temperatura elevada del agua puede eliminar la grasa natural de la piel y dejarla reseca.
  • Uso de jabones inadecuados: Aquellos que no han sido dermatológicamente probados o con un pH muy diferente al de la piel también pueden eliminar la capa de grasa de la piel y llevar al resequedad.
  • Dieta pobre en frutas o vegetales: Estos alimentos son ricos en vitaminas y minerales que ayudan a proteger la piel.
  • Consumo excesivo de alimentos enlatados y embutidos: Contienen mucho sodio que puede provocar retención de líquidos y perjudicar la renovación celular.
  • Beber poca agua: La falta de hidratación deja la piel más áspera y menos elástica, pudiendo sufrir descamación.
  • Contacto frecuente con agua: Como en deportes acuáticos (natación y gimnasia acuática); el contacto frecuente con el cloro puede llevar a la resequedad de la piel.
  • Exposición al aire acondicionado o ventilador: Puede provocar pérdida de agua por evaporación.
  • Uso de ropa de tejido sintético: Impiden que la piel transpire adecuadamente (poliéster y elastano), dejándola más áspera y reseca.
  • Dermatitis atópica: Enfermedad que generalmente surge en la infancia y dificulta la retención de agua en la piel por la disminución de la producción de grasa natural. Puede también ocasionar lesiones que pican, especialmente detrás de los codos, rodillas y muñecas.
  • Otras enfermedades de la piel: Como dermatitis de contacto, eczema asteatósico, ictiosis.
  • Edad avanzada: Con la edad, la piel pierde elasticidad, oleosidad e hidratación.
  • Estrés: Puede aumentar la producción de cortisol, afectando el flujo sanguíneo hacia la piel y la renovación celular, dejándola seca y sin brillo.
  • Tabaquismo.
  • Disminución de la producción de estrógeno: La menopausia disminuye la cantidad de agua retenida en la piel y su oleosidad por la disminución de las glándulas sebáceas, así como la elasticidad y firmeza por la disminución en la producción de colágeno.
  • Diabetes: La enfermedad puede causar daño a los nervios que controlan la producción de grasa y sudor, disminuyendo así la oleosidad y la hidratación. También puede aumentar el hambre y la sed, provocar boca seca, cansancio y necesidad de orinar frecuentemente.
  • Enfermedad renal crónica.
  • Terapia con radiación.
  • Uso de ciertos medicamentos: Como diuréticos (furosemida, hidroclorotiazida), medicamentos para la presión alta, estatinas (usadas para colesterol alto), retinoides (isotretinoína).

¿Qué síntomas puedo tener?

  • Piel áspera y opaca.
  • Escamas blancas en la piel.
  • Picazón excesiva.
  • Líneas finas blanquecinas (muchas veces parecidas a tierra seca), principalmente en las piernas.
  • Manchas rojas en la piel.
  • Grietas (fisuras en la piel).
  • Heridas por rascarse.
  • Sensación de piel dolorida, ardor o quemazón en el área afectada.

¿Qué debo cambiar en mi rutina debido al cuadro?

  • Tomar baños de máximo, 5 minutos con agua fría o tibia.
  • Evitar uso de esponja o cepillo en el baño, ya que puede disminuir la protección de la piel y dejarla más sensible. Usarlos, como máximo, 2-3 veces/semana.
  • Evitar el uso de toallas ásperas para secar el cuerpo, pues pueden dañar la capa protectora de la piel.
  • Usar jabón con pH cercano a 5 o aceites de baño.
  • Tomar baños con agua tibia y jabón con pH cercano a 5 después de contacto con agua de piscina para eliminar el exceso de cloro.
  • Usar crema hidratante emoliente diariamente y principalmente justo después del baño cuando los poros aún están abiertos, lo que hace la hidratación más eficaz.
  • Usar hidratantes apropiados para cada parte del cuerpo. Preferir aquellos sin perfume y que contengan sustancias como urea, lactato de amonio, PCANa, glicerina.
  • Evitar detergentes fuertes presentes en algunos productos de limpieza general y corporales.
  • Mantener una alimentación saludable y variada, incluyendo verduras, legumbres, grasas buenas (pescado, carne o frutos secos), pues ayudan a mantener la oleosidad de la piel.
  • Evitar alimentos enlatados (atún, sardina) y embutidos (jamón, mortadela) y consumo excesivo de alcohol.
  • Beber, al menos, 2 litros de agua al día para mantener la piel y el cuerpo bien hidratados.
  • Evitar el estrés: practicar actividad física regularmente, hacer yoga, meditación, desarrollar hobbies.
  • Dormir 8 horas al día.
  • Evitar estar directamente frente al aire acondicionado o ventilador: se puede usar un balde de agua o un paño húmedo en el ambiente para evitar que esté muy seco.
  • Usar ropa de tejidos livianos como algodón, lino o lana.
  • Evitar ropa de tejido sintético.
  • Disminuir el tabaco.
  • Tratar adecuadamente la diabetes, si está presente, además de una alimentación adecuada y orientada por un nutricionista.
  • Tratar la enfermedad renal crónica.
  • Consultar a un médico dermatólogo en caso de lesiones de dermatitis atópica.
  • Mantener el uso de medicamentos y solo suspenderlos o cambiarlos por orden médica.

¿Cuándo debo buscar asistencia médica?

  • Cuando, además de la piel seca, tenga dolor de cabeza, mareos, boca y ojos secos, momentos de confusión.
  • Cuando la piel no responde a los cuidados, como: uso de hidratantes, cuidados en el baño y uso de jabón, alimentación saludable, sueño regular y práctica de ejercicios físicos.
  • En presencia de enfermedades asociadas, como dermatitis atópica y diabetes.
  • En presencia de lesiones en la piel, como enrojecimiento, ampollas, erupciones.
  • Cuando hay retención de líquidos observable.

Referencias bibliográficas

Gusso G, Lopes JMC. Textbook of Family and Community Medicine . 2nd ed. Publisher Artmed, 2019.

Brooks J, Cowdell F, Ersser SJ, et al. Skin cleansing and emollient for older people: A quasi-experimental pilot study. Int J Older People Nurs. 2017; 12(3).

Augustin M, Berardesca E, Blume-Peytavi U, et al. Managing dry skin in patients with comorbidities or with advanced age: unmet needs and roles for products containing potential emollient-plus ingredients. J Dermatologist Treat. 2024; 35(1): 2326171.


Sugerencias y comentarios al correo: contacto@galenbook.com

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